Un Paso, Un Objetivo
Cuanto más grande sea tu salto, más fácil es que no caigas donde
quieres. Por eso, si quieres precisión y la seguridad de que ese salto te va a
llevar al sitio que quieres, debes dar saltos pequeños.
Muchas personas se centran en los grandes objetivos, tratando de
llegar a ellos con la mano, desde el suelo en que se encuentran. Lo que ocurre
es que el cielo está bastante lejos y, a menudo, nuestros brazos no son lo
suficientemente largos como para alcanzarlos. Nos quedamos esperando que el
cielo baje y, si no lo hace, llega a nosotros la frustración, el
desencanto.
La frustración llega por no
cumplirse lo que queremos, porque se produce una resistencia que, cuanto mayor
es, mayor será la propia frustración. Entonces desistimos, miramos el cielo
desde lejos y desciende nuestra autoestima.
Cabe mencionar la baja tolerancia a la frustración de
algunos, que lleva al individuo a postergar sus obligaciones y la
autodestrucción. Esta baja tolerancia a la frustración implica que el ser
busque inmediatamente el placer a costa del estrés a largo plazo y que se
comporte de forma disfuncional, interpretando la vida y sus acciones con
conductas infantiles como exigir, ordenar e insistir para lograr lo que quieren
a toda costa; pensar que la vida es fácil; que cualquier dificultad o fracaso
es demasiado horrible para soportarlo; o confundir deseo con necesidad.
Por ello, y debido a que las posibilidades de alcanzar el
cielo o, borrando las metáforas, para alcanzar el éxito en lo que sea, hay que
ir paso a paso, marcándose pequeños objetivos. Se trata de seguir un camino
correcto. Si de niño quieres ser médico, tendrás que aprobar los distintos
niveles educativos, estudiar la selectividad, conseguir plaza en la
Universidad, hacer tus años correspondientes,... Pero
siempre entendiendo que es un proceso, y que cada uno de los pasos que vas
dando es un objetivo cumplido. Si desde el suelo no llegas,
puede que si vas poniendo escalones, terminarás alcanzando el cielo con la
mano.
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